jueves, 31 de diciembre de 2015

La Busca, Pío Baroja

Le pareció el espectáculo una asquerosidad repugnante.
Él suponía que los toros eran una cosa completamente distinta a lo que acababa de ver; pensaba que se advertía siempre el dominio del hombre sobre la fiera, que las estocadas serían como rayos y que en todos los momentos de la lidia habría algo interesante y sugestivo; y, en vez del espectáculo que él soñaba, en vez de la apoteosis sangrienta del valor y de la fuerza, veía una cosa mezquina y sucia, de cobardía y de intestinos; una fiesta en la que no se notaba más que el miedo del torero y la crueldad cobarde del público recreándose en sentir la pulsación de aquel miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario