jueves, 25 de julio de 2013

Un árbol crece en Brooklyn, Betty Smith

Dios amado-suplicó-, permíteme ser algo cada minuto de cada hora de mi vida. Permíteme ser alegre. Permíteme estar triste. Que tenga frío. Que esté abrigada. Que tenga hambre, que tenga demasiado para comer. Permíteme andar andrajosa o bien vestida. Que sea sincera o falsa. Que sea franca o mentirosa. Honorable o pecadora. Pero permíteme ser algo en cada bendito minuto. Y cuando duerma, permíteme soñar todo el tiempo para que no malgaste la más mínima porción de vida.