sábado, 15 de febrero de 2014

El desierto de los tártaros, Dino Buzzati

No era, pues, el soldado quien canturreaba, no un hombre sensible al frío, a los castigos y al amor, sino la montaña hostil. Qué triste equivocación pensó Drogo, quizá todo es así, creemos que a nuestro alrededor hay criaturas semejantes a nosotros y en cambio no hay sino hielo, piedras que hablan una lengua extranjera; estamos a punto de saludar a un amigo, pero el brazo vuelve a caer inerte, la sonrisa se apaga, porque advertimos que estamos completamente solos.

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