lunes, 24 de agosto de 2015

El año de la muerte de Ricardo Reis, José Saramago

Se dice que el tiempo no se para, que nada detiene su marcha incesante, es con estas mismas y siempre repetidas palabras que se dice, y a pesar de todo no deja de haber gente que se impacienta con su lentitud, veinticuatro horas para completar un día, imagínese, y cuando se llega después de todo se descubre que no ha valido la pena, el día siguiente vuelve a ser igual, más valdría que saltásemos por encima de las semanas inútiles con tal de vivir una sola hora plena, un minuto fulgurante, si es que el fulgor puede durar tanto.