martes, 8 de julio de 2014

A sangre fría, Truman Capote

Cuando te llega la hora, te llega. Y no te van a salvar las lágrimas-se dio cuenta de que su madre empezaba a verter algunas-. Cuando murió Homer gasté todo el miedo que llevaba dentro y todo el dolor también. Si anda alguien por ahí con ganas de cortarme el cuello, le deseo mucha suerte. ¿Qué más da? En la eternidad todo es lo mismo. Porque recuerda esto: si un pájaro llevara arena, grano a grano, de un lado a otro del océano, cuando la hubiera transportado toda, eso sólo sería el principio de la eternidad. De manera que suénate.